Terapias Alternativas

El ser humano, siempre en busca de remedios y de estilos de vida para garantizar su salud, muchas veces ha encontrado formas alternas de abrirse camino. En los últimos años, la medicina alópata ha sido cuestionada debido a los grandes intereses económicos que existen detrás de la industria farmacéutica. Evidentemente, los intereses de la industria consisten en capitalizarse de manera que esto genera un conflicto en su objetivo básico: curar a la gente o capitalizar a la industria sosteniendo a la enfermedad como negocio.

En contraste, las culturas asiáticas tenían la costumbre de pagar al médico para que vigilara la salud de la comunidad y en el momento en el que algún miembro enfermaba de inmediato dejaba de recibir sus honorarios o los beneficios que se le otorgaban.

En general, la medicina y las terapias alternativas son métodos o prácticas que no están reconocidos o respaldados por la academia científica y que, sin embargo, tienen efectos sanadores en los pacientes. Se consideran “alternativas” porque ayudan o porque son complementarias a los métodos científicos. Muchas de ellas encuentran sus bases en algunas tradiciones antiguas como el Ayurveda (en la India) o la Acupuntura (en China). Actualmente, en algunos países que han regulado estas prácticas médicas comienza a hablarse de un modelo de “medicina integrativa” en el que algunas modalidades alternativas acompañan a los tratamientos alópatas. Es importante decir que no los sustituyen debido a que las regulaciones no lo permiten –aunque haya gente que así lo haga. Desgraciadamente, en países como México y gran parte de América Central y del Sur estas metodologías no están reguladas, lo que da pie a que los tratamientos alternativos sean confundidos con propuestas pseudocientíficas, “terapias new age” o supersticiones populares promovidas por quienes se aprovechan de la necesidad y de la ignorancia de la gente.

Cuando uno acude a recibir un tratamiento del tipo que sea (alópata, alternativo o integrativo) lo principal es entender que la salud no es una cuestión de supersticiones ni de creencias, sino de responsabilidad y de consciencia. Cada uno de nosotros tiene que hacerse cargo de las decisiones que toma y, si es necesario, hasta de conocer la formación, los estudios y la práctica que tiene el profesionista con el que se acude. ¿En manos de quién ponemos nuestro bienestar?

Algunas de las metodologías alternativas más comunes son la acupuntura, la homeopatía, la medicina tradicional ayurvédica, los diversos tipos de masaje, la reflexología, la quiropráctica y la delfinoterapia, entre una gran variedad. Las “técnicas energéticas” como el Reiki no entran dentro de esta clasificación y mucho menos aquellas en las que interviene la mediumnidad o el “channeling” (canalización de entidades espirituales). Si bien, estas últimas pueden ser áreas de investigación parapsicológica, neurocientífica y psiquiátrica, su contexto es completamente otro.

Recordemos que la ciencia avanza y que conforme lo hace se abre a nuevos paradigmas que necesita poner a prueba para integrarlos. Sería irresponsable que lo hiciera de otra manera, aunque esto tampoco anula a la gran capacidad intuitiva con la que cuenta el ser humano y que se manifiesta a través profesionistas serios y éticos que saben aplicarla dentro del contexto terapéutico adecuado y para el mayor beneficio de la salud del paciente.

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